Por Isidoro Armendáriz
Por este medio se comunica a todos los priistas que el Comité Ejecutivo Nacional y el Directivo Estatal, en uso de sus facultades estatutarias, han designado al amigo y profesor Herminio Ventura como presidente del PRI para que coordine los trabajos de la transición de la nueva dirigencia estatal en términos de la convocatoria que habrá de publicarse en tiempo y forma.
¿Qué de la Renovación del PRI?
En esta dura etapa, el PRI tiene la oportunidad, con la voluntad sublime de sus líderes, de hacer las cosas correctamente y elevar su alma y su moral a un nivel superior que lo retorne milagrosamente a su esencia y a su condición de ser político idolatrado.
Empero, el principio de contradicción nos dice que puede suceder justamente lo opuesto al negarle a los seccionales y a la colectividad priista el derecho de autodeterminar su dirigencia estatal. Así, Es imposible rendir culto a liderazgos defectuosos disfrazados de fetiches.
La resurrección del PRI no puede ser causa, sino efecto, de sus nuevos actos y procedimientos. Así qué, el procedimiento para elegir a su nueva dirigencia estatal debe ser transparente, legal y legítimo para recuperar la confianza en las relaciones políticas interpartidistas.
Las voces de unos cuantos no pueden sustituir las voces de los liderazgos de base. A estas alturas el delegado del CEN del PRI y la propia dirigencia nacional tienen la obligación de tomar decisiones que beneficien a los priistas de a pie, y no hacerle caso solo a dos o tres personajes que pretenden representar a las mayorías.
Los grupos quieren imponer a incondicionales y dirigentes a modo, aunque no tengan experiencia, atributos ni representatividad y solo sostengan en su mano débil un pesado escudo para defender intereses minúsculos a cambio de pintarle la cara de payaso a la militancia y decorar las paredes del PRI con cuadros, caricaturas y estampitas de triste interpretación.
Las loables, certeras y bien intencionadas declaraciones de algunos personajes sobre la unidad y la concordia en el PRI suenan a la república del partido perfecto, suenan a utopía y suenan a convivencia feliz en la Ciudad de Dios. ¿los pecados políticos terrenales de los hombres alcanzarán la libre absolución en esta nueva era bíblica?
El reto es buscar una dirigencia con potencial colectivo; explotar lo que queda de la reserva del entusiasmo de los priistas; estructurar un nuevo pensamiento en la militancia y en la dirigencia; utilizar la estrategia como medio y como criterio obligado; equilibrar fuerzas y formar un pacto de unión indispensable para el no conflicto. El desafío es buscar un dirigente que sirva y no que se sirva con los veneros de la dirigencia.
Consecuencias de Hacer las Cosas Bien
Habrá confianza y reconocimiento absoluto para el Comité Ejecutivo Nacional; se tendrá un liderazgo local fuerte respaldado por una marcada mayoría priista; se verá una clase política armonizada y unida; el PRI entrará nuevamente a la competencia; muchos priistas conversos confesarán su arrepentimiento; las figuras sagradas le apostarán nuevamente a su partido; después de la indiferencia habrán muchos cuadros interesados en ser candidatos; los liderazgos de base volverán por sus fueros y en las elecciones de 2021 el PRI registrará avances notables.
Consecuencias de Hacer las Cosas Mal
Con este escenario proseguirá la lucha entre liderazgos y grupos; continuarán las ligas afectivas y las complicidades palaciegas; las familias sexenales se resistirán a morir; en lugar de unidad habrá más división y dimisión; la meritocracia será arrollada por la subcultura del agandalle y la imposición; el diálogo cederá el paso a la discusión y ésta a la confrontación; llegará una nueva ruptura y, una vez más, migrarán liderazgos importantes a las oposiciones. Así es como vendrán más derrotas humillantes y más decepción en la comunidad priista. De esta manera, el discurso de las dirigencias no tendrá eco en la militancia y el PRI perderá la oportunidad de ser diferente.
Aguascalientes, Ags. a 16 de marzo de 2020.