Por El Vigía

La labor de un verdader@ reporter@ es cuestionar, y porque no, cuestionar fuerte, pero no mofarse de las palabras de la o el declarante. Mucho menos tener expresiones sarcásticas hacia las palabras de la fuente.

Refutar con argumentos y formular las preguntas de la misma manera es una obligación para todo aquel que se jacte de ser periodista. Lo que no es válido es tomar los temas de manera personal, dejando de lado la objetividad, premisa de quien ejerce esta profesión tan importante para la sociedad.

Mucho menos ético es confrontarse con los declarantes, para luego decirse agredido, y erigirse en papel de víctima.

Pero bueno, para algunos esto es lo que aprendieron de sus “mentores”, ese tipo de personas que practican un periodismo rancio, amarillento, con un muy fuerte olor a extorsión, comentan los enterados.