Por El Vigía
¿Con qué autoridad moral una persona que pretendió engañar a la autoridad electoral fingiendo pertenecer a una etnia indígena (pese a que los Chicahuales no lo son) con la finalidad de reelegirse como diputado federal denuncia supuestos chanchullos en el proceso de designación de candidat@ del PAN a la gubernatura de Aguascalientes?
Sí, en efecto, nos referimos al “dirigente” estatal del PAN Javier Luévano Núñez a quien su correligionario Manuel Cortina Reynoso llama “presidente espurio”, ello en razón de que al encontrarse en litigio el asunto de la renovación del Comité Directivo Estatal (CDE) del albiceleste, “El Falso Chicahual “se encuentra en la ilegalidad al hacer funciones, gastos e incluso devengar un sueldo como líder de Acción Nacional en esta entidad.
Bueno, aunque son varios, por no decir bastantes quienes critican a Javier toda vez que el “presidente” del blanquiazul, no solo por órdenes de quienes en verdad mecen la cuna en el edificio situado en avenida Independencia (Rubén Camarillo y Teresa Jiménez), sino hasta por gusto, se ha reducido a simple vocero de la diputada federal plurinominal quien está obcecada en convertirse en gobernadora de Aguascalientes, y de ahí, saltar a la grande, la presidencia de la República.
Es entonces, Javier Luévano Núñez, el acusado por extorsión y amenazas hacia el legislador federal Roberto Valenzuela, y su esposa Irma Macías (gobernadora indígena de Aguascalientes), el personaje que llama al orden al senador Antonio Martín del Campo, a quien Teresa Jiménez acusó de “comprar” encuestas. ¿La ex alcaldesa haría tal acusación viéndose al espejo? En fin.
“El Falso Chicahual” cumple órdenes, que para ello lo (im) pusieron como presidente del CDE azul; por lo que no extrañó eso de la encuesta que “se sacó de la manga” y que convenientemente hizo que su jefa saliera adelante en dos de las tres encuestas establecidas en el acuerdo que se fue directo al cesto de la basura.
Javier Luévano Núñez se maneja con embustes, es un hecho. Entonces es el sujeto idóneo para el trabajo sucio, ese que, como ya lo había mencionado días atrás en la columna OFF THE RECORD, ni en la época dorada del PRI se veían cosas tan atascadas.
¡Que con su PAN se lo coman!